Esta sucesión de jugadas en contra hizo que el DT visitante pidiera minuto y tratara de hacer reaccionar a sus dirigidos, porque los notaba un tanto “dormidos”; tal es así que cuando Emi Anselmi se dejó ganar la pelota infantilmente, Mantaras le gritó desde el banco: “Emiliano, ¿qué te pensás, que estás jugando solo en tu casa?”. La idea del técnico para sobrellevar un partido duro como se planteaba fue pedirles más protagonismo a los habilidosos enganches Juli Genoud y Pablo Mayo, que hasta entonces no habían gravitado en el partido. “Tiren caños, hagan gambetas”, fue su mensaje claro. Algo de sus palabras hizo efecto, pues la primera jugada de peligro de San Andrés fue sobre el cierre de la primera parte, cuando Pablo peleó y ganó una pelota cerca del área, para pegarle de sobrepique, pero su disparo se fue apenas desviado.
La segunda parte tuvo emociones tempraneras, ya que a los 4’ Ale Vander se escapó por izquierda y sacó un muy buen centro que dominó Juli en el área, pero no le pudo pegar lo suficientemente fuerte, por lo que el arquero local alcanzó a desviar el tiro al córner. Un minuto después, Morón contestó con un pelotazo, un delantero que le gana la espalda a Nacho Anselmi y la tira de emboquillada por sobre la salida de Panchito, yéndose la pelota pegada al poste. A los 10’ se produjo el regreso a las canchas de Juampi Sánchez Loria, por el agotado Emi Anslemi; el dibujo táctico entonces varió con Juampi de 4, Vander pasó a jugar de volante por izquierda y Maurito pasó a jugar de 3. A los 12’ llegó la peor noticia para los de San Andrés: como si hubiera un maleficio cada vez que pisan esta cancha, los Cruzados sufrieron la expulsión de Ale Vander, por doble amarilla, en una jugada aislada que sorprendió a todos, y que fue cobrada por el juez tras la insistencia de un jugador local. Desde entonces y hasta el final, la película de aventura se transformó en suspenso, con final abierto: UM copó la parada, el juez se sacó el partido de encima y empezó a inclinar la cancha a favor de los locales, que una y otra y otra vez se acercaron con peligro al área sanandresina. El banco visitante fue un espectador de lujo de las nuevas atajadas de Panchito, entre las que se destacó otro mano a mano bien achicado a los 32’ y una nueva volada al ángulo a los 37’. Y en un cierre no apto para cardíacos, Morón tuvo la victoria en sus pies en la última jugada del partido: la pelota que se fue abriendo de izquierda a derecha –al estilo de avance de rugby- dentro del área de UdeSA, con toda la defensa desesperada corriendo por apagar el incendio; pero cuando un delantero tuvo que definir ante la salida de Panchito, no se animó y volvió a abrir el juego para el costado, a un compañero que definió incómodo con el arco vacío, cuando Maurito Papa Ríos volaba por el piso dispuesto a atajar la pelota en nombre del empate.
Pitido final y vuelta a casa, a saborear la hazaña. Quedan cosas por corregir, pero cada vez son menos. Es la primera vez en mucho tiempo que San Andrés no se va con las manos vacías de Morón, y eso es noticia. Este equipo está maduro, y sabe que cuando no puede apelar su lirismo goleador, también puede recurrir a defender con uñas y dientes una parte de la gloria. Sólo resta confirmarlo frente a UB, UCES y UCA.